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La envidia; ese sentimiento que te destruye.
La Envidia nuestra la propia infravaloración.
La envidia es un sentimiento que nos puede restar, en gran medida, la capacidad de disfrutar de la vida. Forma parte de todas ésas sensaciones, sentimientos, emociones y pensamientos que ocultamos a los demás, creando nuestra sombra.
La sombra es lo que sientes y tratas de ocultar, lo que reprimes con fuerza y sin embargo, brota de ti visceralmente con gran intensidad, destrozando tu mundo a su paso. Una de las sensaciones más tóxicas que habitan en nuestra sombra es la que se siente al envidiar al otro. Tomar consciencia de lo que sientes, sin tratar de enmascararlo, es el primer paso para convertir tu sombra en una infinita energía de bienestar y creatividad.
¿Quién puede experimentar la Envidia?
Todos podemos sentir envidia.
La sombra expresa un tenebroso mundo que todos los seres humanos experimentamos hasta que nos liberamos de él a través de la maduración de nuestro Ser, el cultivo de la bondad, el hábito de compartir, la aceptación de ti y tu realidad. Cuando logras quererte y aceptarte por completo, la sombra pasa a ser tu aliada y te transmite un sereno bienestar interior.
La envidia es una emoción desagradable que todos experimentamos a lo largo de nuestra vida, sólo se diferencia de una persona a otra por su intensidad y su frecuencia. Un ser humano puede nacer con enormes sensaciones de envidia y mediante el trabajo interior, conseguir vivir en un constante bienestar que le induce a la alegría y sentimientos de gratitud hacia todo cuanto le rodea.
¿Qué es la envidia?
En el silencio de la persona que la siente tiene lugar una tormenta emocional.
La envidia proviene del latín invidere; el prefijo «in» significa poner sobre y «videre» mirar. La envidia es poner la mirada sobre algo.
Se trata de una mirada con deseo posesivo, de dominio, de eliminar la competencia… Una mirada nada amorosa.
Es el dolor, enfado, sufrimiento, frustración o tristeza, que experimentamos cuando no poseemos “algo” que otra persona tiene. Este “algo” puede ser cualquier cosa; material o intangible, atributo psicológico o espiritual, cualidad real o imaginaria.
«El silencio del envidioso está lleno de ruidos.»
Khalil Gibran
¿Qué condiciones son necesarias para que se produzca la envidia?
Al compararnos nos devaluamos.
La comparación está en la raíz de la Envidia. No puedes sentir envidia de otra persona, animal o cosa si no te comparas con ella. Si no conoces a una persona, en la vida real o virtualmente, no puedes envidiarla.
Una vez te comparas tienes que experimentar la carencia de algo. Aquí entramos en el mundo del “yo soy o yo tengo”, que son las puertas de la competición social y de la desvalorización.
Compararte con otro ser es una enorme falta de respeto hacia tu individualidad, tu consciencia y la persona maravillosa que reside en ti.
¿La envidia es una emoción moderna?
La envidia, pecado capital en el cristianismo.
No, en absoluto, es tan antigua como el ser humano y su psique, como el ego y la consciencia del yo… Es tan antigua como la sombra que acompaña a tu inconsciente.
Para el cristianismo la envidia está considerada como uno de los pecados capitales. Se la considera “capital” indicando que puede dar origen a otros pecados.
¿Te acuerdas de la frase “amarás a tu prójimo como a ti mismo”? Pues cuando sentimos envidia, ni amamos a nuestro prójimo ni sentimos el menor respeto hacia nosotros mismos.
A la envidia se la ha asociado al demonio Leviatán; cuando sentimos envidia, este demonio lleva un particular infierno a nuestra vida, dificultándonos en gran medida la relación con los demás.
Para el budismo, la raiz del sufrimiento son los apegos. Si no se gobiernan adecuadamente pueden desarrollar conductas destructivas hacia los demás.
«El corazón apacible es vida de la carne;
Más la envidia es carcoma de los huesos»
Proverbios 14:30
¿Hay diferentes tipos de envidia?
No existe la envidia sana, es tan solo una máscara.
Se pueden encontrar dos tipos según algunas clasificaciones:
- Envidia sana o benigna: Quien envidia solo siente malestar por el bien que tiene la otra persona. (Si sientes alegría y reconocimiento hacia una persona que posee algo o consigue un éxito social, no estás sintiendo envidia sana; ¡lo que sientes es admiración!)
- Envidia insana, o maliciosa: En este caso, la persona que experimenta la envidia, siente simultáneamente una gran frustración por lo que la otra persona “tiene” y además, resentimiento, deseando que al otro le vaya peor en vez de desear el propio bien.
Mi opinión es que no existe la envidia sana, en todo caso se puede sentir admiracíon por algo o por alguien, pero nada tiene que ver ese sentimiento con la insatisfacción que siente el envidioso en su interior.
¿Qué está sucediendo al sentir envidia?
Comparación, carencia, desvalorización, rencor, resentimiento…
Al compararse a otra persona se genera automáticamente una desvalorización en ella. Nace la insatisfacción interior. El rencor es la emoción resultante y lo dirige hacia la persona que posee el “bien preciado”. En este punto la persona no se siente capaz de conseguirlo o lograrlo, por lo que genera odio y sentimientos destructivos hacia quien pone de manifiesto su carencia.
La envidia va unida a una persona que desea destacar, ser el centro de atención en toda circunstancia creando un estado de continua competición. Todo éxito, toda alegria del mundo exterior es interpretado como un fracaso interior, estableciéndose una sensación de profunda frustración.
¿Cómo vive una persona que se deja llevar por la envidia?
Cuando se siente envidia se sufre en silencio intentando llenar un vacio interior que es insaciable.
Sufre, se frustra, odia y siente un tremendo vacio que nada puede llenar… Y todo ello se refleja en actitudes como la crítica, el deseo de dominio, la venganza…
Cuando envidiamos nos convertimos en expertos en proyectar nuestras frustraciones en los demás a la vez que sentimos que la mala suerte, el injusto mundo, nos está traicionando…
¿En qué se parece la Envidia a los celos?
La envidia no tiene nada que ver con los celos.
Nos sentimos celosos cuando tenemos miedo, inseguridad, amenaza y ansiedad ante la posibilidad de perder el amor de alguien porque un tercero aparece. Conservar el amor del otro es lo que se persigue.
La envidia no tiene nada que ver con el amor, sino con la posesión, la competición, la frustración y el deseo de destruir al posseedor de los bienes o del éxito.
Los celos están más aceptados socielmente que la envidia. Puede ser el motivo por el que la persona que siente envidia tratará de esconder a la sociedad sus verdaderos sentimientos.
La envidia y los celos se pueden sentir simultáneamente pero sus orígenes y significados son muy distintos.
«El amor es paciente, es bondadoso; no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante.»
1 Corintios 13:4
¿Dónde hay que buscar las causas?
«Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro».
Marco Tulio Cicerón
Desde una interpretación psicoanálitica podemos hablar de un niño que compite con el progenitor del mismo sexo por la atención y amor del progenitor del sexo contrario. Este niño no gestiona bien sus emociones y se entra en un egoísmo malsano. Esto le ocasionará una dinámica disfuncional en sus relaciones. La envidia pertenece al niño que no ha madurado, nada es suficiente, insatisfecho perpetuo que genera una energía destructiva hacia el mundo exterior que tan hostil le resulta. Los sentimientos de envidia hacen insaciable a la persona, jamás tiene bastante, jamás es suficiente.
La envidia reduce nuestra capacidad de disfrutar de la vida, de apreciar lo que ya poseemos. La Envidia nos aleja de sentimientos como el amor y la alegría, abocando la vida del que envidia hacia la tristeza, la frustración y el malestar interior.
De alguna forma el envidioso siente que es inferior a los demás y no se valora a sí mismo. Éstas emociones y sentimientos lo conducen a un mundo de profunda infelicidad. Esta persona no se responsabiliciza de su propia felicidad sino que culpa a los demás de su infelicidad. Esta frustración crea un gran deseo de querer destruir la felicidad de quienes le rodean, de quienes comparten su vida.
«Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro».
Marco Tulio Cicerón
¿Es importante reconocer cuando sentimos envidia?
Reconocer lo que sientes es el primer paso.
Es de suma importancia tomar consciencia de nuestras emociones para poder emprender el camino de la maduración y el desarrollo personal. Este es el primer paso, el gran paso que nos abre las puertas a un mañana mejor. Cuando sientas envidia no le llames celos, no digas que no te encuentras bien; acepta tus emociones y no las camufles.
¿Qué puedo hacer si siento envidia?
La transformación interior, el renaciemiento Personal, es posible.
Evolutivamente, como emoción, la envidia puede ser motor del deseo de mejorar y progresar. No obstante, con la maduración psicológica de la persona, lo deseable es que se evolucione hacia sentimientos de amor y admiración ante el éxito o la posesión de los demás. El cultivo de los valores éticos, alegrarse del bien de los demás, admirar los éxitos de tu prójimo y desearle lo mejor.
Si comenzamos a desear lo mejor para todo el que nos rodee quizás empecemos a valorarnos a nosotros mismos, a permitir liberarnos de las limitaciones que nos hemos autoimpuesto.
Trabajando tus sentimientos:
Alégrate del bien de los demás y rompe tus cadenas.
Aprende a dar las gracias desde lo más profundo de tu corazón. Aprender a ser generosos con los demás es importante. Celebra con agrado el éxio de los demás. Aprende a valorarte por lo que eres, por lo que sientes, sin necesidad de compararte con los demás. Cada persona es única y posee siempre aspectos que ya de por sí son maravillosos. Aprende a ser paciente contigo y con los demás.
Abanonar le envidia es entrar en el sendero de la dicha y la alegría.