Índice de contenidos
Síndrome de Procusto
El síndrome de Procusto no tolera otras opiniones.
El síndrome de Procusto proviene de la mitología griega y nos habla de un señor llamado Demastes. Su nombre significa avasallador o controlador y ya nos da una idea de qué va esta historia.
Tenía una posada en las colinas del Ática y daba cobijo a los viajeros. Les ofrecía una habitación con un lecho de hierro y esperaba a que la persona se durmiese.
Entonces lo ataba a la cama y le cortaba las partes que sobresalían del lecho. En el caso de que, fuese más pequeño que la cama, lo estiraba hasta hacerlo coincidir con la longitud del lecho. De este hecho recibió el apodo de Procusto; “el estirador”.
Seguramente te preguntes ¿qué sucedía si el viajero medía lo mismo que el lecho?
Procusto, ya pensó en eso, y tenía dos camas de diferente longitud. Según la altura del invitado, le ofrecía una cama u otra, y el desenlace siempre era el mismo.
Esta historia, nos ayuda a introducirnos en el mundo del conformismo, de la intolerancia a la opinión de los demás si es diferente a la propia, de la inflexibilidad de pensamiento.
Cuando una persona que tiene alguna autoridad sobre otro, real o imaginaria, intenta forzar a los demás a aceptar sus creencias sin estar dispuesta a cambiar la suya, se está convirtiendo en Procusto.
Los Patrones Rígidos y el síndrome de Procusto:
El síndrome de Procusto no admite la libertad de los demás.
La rigidez en la forma de pensar y comportarse, la incapacidad para comprender otras alternativas, llevan a éstas personas a creerse en “posesión de la verdad”. Esto favorece la aparición de conflictos en todo su entorno.
Sus patrones rígidos de comportamiento, son la antesala de choques constantes con las personas que comparten su vida. En todo momento quieren imponer su criterio, sus ideas y su juicio. Porque lo que hace con facilidad un Procusto es juzgar a los demás.
Todo está medido, controlado, y si no se le da la razón se molesta porque su visión es la correcta. Como todo lo juzga, crítica a lo que no coincide con su parecer. Exige de los demás mucho más de lo que ofrece.
Pide franqueza pero si escucha algo que no le gusta se enfada. Piensa en ella, no en los demás, por lo que no se pone en lugar del otro. Intransigente, su palabra es ley.
En mi opinión, cuando hablamos de Procusto, hablamos de una forma de comportarse que está dentro de cada ser humano. El convertirlo en nuestra forma de ser, o en algo que nada tiene que ver con nosotros, depende de nuestro trabajo interior. No hablamos de una persona, sino de pautas de comportamiento que van a hacer muy difícil la convivencia con los demás.
Cuando una persona está en “Modo Procusto” es difícil que se dé cuenta, y si lo hace, puede buscar cualquier estrategia para engañarse a sí misma, y que sea el mundo el que se adapte a ella.
Si te identificas con alguna faceta del síndrome de Procusto es muy buena señal porque es el primer paso para liberarte de ella.
¿Cómo cambiar esa forma de ser?
Libérate de tu rigidez.
En la vida diaria ten presente las siguientes recomendaciones y tu vida podrá mejorar sin duda:
– Libertad: los demás son tan libres como tú de tener sus creencias. Son libres de comportarse como deseen. Son libres de equivocarse y de seguir sus propios caminos. Quizás les vaya la vida mejor que a ti!
– Flexibilidad: a veces un comportamiento es el adecuado y en otro momento es otro, muy distinto, el que puede darte buen resultado.
– Humildad: en ocasiones nos limitamos a nosotros mismos y queremos limitar, consciente o inconscientemente, a los que nos rodean para que no nos superen en algún aspecto de la vida.
– Aceptación: que somos seres humanos, que nos equivocamos, que no lo sabemos todo, que nuestra forma de comportarnos quizás no sea la perfecta. Que nuestras capacidades llegan hasta un punto, y que otras personas pueden superarnos en algunos aspectos.
– Olvidarse: quizás sea una buena idea olvidarse del «tengo que» o «debes que». Lo decimos con buena fé, pero de alguna forma, le estamos marcando rígidamente a otra persona, o a nosotros, la obligatoriedad de algo. Se pierde la oportunidad de lo espontáneo, de innovar, de que cada persona conecte con sus recursos y los ponga en práctica.
– Borrar: la crítica y las comparaciones. Suelen generar malestar y desvalorización en la persona que las recibe, a su vez, la persona puede sentir rechazo hacia nosotros.
– Evitar: los juicios. Recuerda: «no juzgues y no serás juzgado, no condenes y no serás condenado, perdona y serás perdonado» Lucas 6:37.
– Abrirse: a dejarse llevar por la vida. A ver a todos los seres vivos como a compañeros de camino, y no como a una posesión.
– Amar: aprender a amar a los demás es el primer paso para aprender a amarse a uno mismo.
Aprendiendo del síndrome de Procusto:
Inicia tu propio camino y aprende a ser flexible.
Esta vida está hecha de la totalidad de los Seres que vivimos en ella. De alguna manera, nuestro crecimiento mejora nuestro entorno y comunica un mensaje de esperanza a la totalidad.
Quizás sea un buen momento para iniciar tu propio camino, ¡tu Renacimiento Personal!
Psicólogo Marbella – Psicoterapia